Qué mejor que un Leinner para contarnos como es LEINN, contarnos sus primeros pasos en este innovador grado y la experiencia que ha vivido desde que decidió adentrase en esta aventura.
Por Javier Teja
Para empezar, es de recibo presentarse: me llamo Javier y, desde el pasado septiembre, estudio en LEINN Valencia. Pertenezco a Navia, una de las dos empresas de primero (ejem, los novatos).
Desde hace tiempo, escribo en mi blog, javierteja.com, donde comparto aquellas cosas que aprendo y me parecen interesantes. Hace unas semanas, me ofrecieron escribir un post para el blog de LEINN Valencia y, tras darle vueltas, decidí que nada mejor que contaros mi experiencia durante estos primeros meses. Empecemos por el principio.
En un coworking muy lejano
Las fuerzas del Covid no paran de aumentar, poniendo en jaque a la humanidad. Mientras la economía se hunde, un equipo de 15 rebeldes, bajo el nombre de Navia, resiste ante la incertidumbre y los confinamientos…
¡Ah! Perdón, me he equivocado de historia. Ahora, en serio.
Incertidumbre o una nueva esperanza
La cuarentena del pasado marzo no fue, por decirlo suavemente, algo divertido. Por aquel entonces, estudiaba 1º de ADE, por lo que las clases online eran una constante en mi día a día. El emprendimiento siempre me había interesado, pero, ADE no era para mí.
Cosas del destino, navegando por Internet (cuando se suponía que debía estar estudiando) encontré un anuncio del grado LEINN. Aquello me sonaba a antiguo dirigente soviético, por lo que decidí investigar más a fondo.
He de confesar que, de primeras, no entendí de qué se trataba el grado (en muchas ocasiones, sigo sin entenderlo), pero, una carrera que te permite aprender emprendiendo y viajando resultaba atractiva. Tras consultar con mi familia y amigos, decidí dar el paso y aplicar a una plaza.
A continuación, vinieron entrevistas y ciertos trámites. El proceso de selección fue un tanto peculiar, ya que tocaba adaptarse al confinamiento, pero todo fue como la seda. Algunos nervios y padre nuestros después, aquí estamos.
Llegó septiembre y, con él, mis primeras semanas en LEINN. El secretismo en los primeros días es a LEINN como Timón a Pumba, por lo que prefiero no entrar en demasiados detalles. Lo que puedo deciros es que, dada la novedad e incertidumbre, necesitarás tomarte una tila para dormirte. Es tan distinto a lo que has vivido en el colegio u otras universidades que da un poco de vértigo, a la par que curiosidad. Se formó Navia, nuestra asociación junior empresa, y, a partir de ese momento, empezó el juego.
Entrando en la rutina
El título de este apartado es algo engañoso, porque, en LEINN, rutina hay poca. Durante los primeros meses, no sabía ni por dónde me daba el aire. Cada mañana, íbamos al Lab (nuestro espacio de coworking) y 15 cabezas ilusionadas se juntaban, provocando un remolino de ideas y futuros nuevos proyectos. También se hablaba de dónde se tomarían cervezas esa tarde, cumpliendo las medidas convenientes.
Esas primeras semanas había de todo y cada día era completamente distinto al anterior. Por primera vez en mi vida, mi rango de comida rondaba entre las 13:30 y 17:00, dependiendo de la faena que hubiese. Era emocionante, pero, poco a poco, fuimos asentando horarios y estableciendo rutinas, algo necesario para nuestra salud mental.
Este grado de libertad es lo que más me gusta de LEINN, aunque supone un arma de doble filo. Por primera vez, eres el único encargado de gestionar tu tiempo y, aunque es un lujo, requiere disciplina. No es para todo el mundo y es uno de los aspectos más exigentes de la carrera.
Poco a poco, fuimos conociéndonos mejor y lanzando pequeños proyectos. A su vez, nos familiarizamos con las plataformas de metodología online (porque, en LEINN también hay teoría, aunque tiende a centrarse en conocimientos prácticos).
La situación provocada por el Covid, siendo sinceros, no era la mejor a la hora de probar cosas nuevas e interactuar con la gente. Aun así, echándole imaginación, fuimos capaces de facturar y, por el camino, crecer como equipo. Hasta que, en noviembre, todo cambió.
El Learning Journey contraataca
El 13 de noviembre, rodeados de la incertidumbre provocada por el virus, nos encaminamos a nuestro primer Learning Journey. Supongo que habréis investigado un poco sobre la carrera, pero os hago un resumen rápido.
Cada año, como parte del modelo de aprendizaje de LEINN, se realiza un viaje de empresa, donde, a través de dinámicas y la interacción con equipos de otras comunidades y países, se fomenta el emprendimiento en el extranjero. Pues bien, nuestro destino era Berlín y hacia allí nos encaminamos.
No quiero entrar en detalles del viaje, ya que el Covid nos lo puso un poco difícil. Como equipo, nos sirvió para conocernos mucho mejor y volver más unidos y, en el plano personal, conocimos a personas increíbles, como los coach que nos apoyaban o los leinners de LEINN Oñati. Desde aquí, les envío un saludo en nombre de Navia y mucha suerte en sus proyectos.
Siento no poder dar muchos más detalles, pero, lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas. Cuando os veáis en la situación, me entenderéis (dejaros con intriga es muy leinner, pido perdón desde aquí).
El retorno del leinner
Tras Berlín, volvimos más fuertes. Quizá no en temas monetarios y de consecución de indicadores, pero supuso un antes y un después. Varios proyectos murieron y otros nacieron, pero fueron 5 semanas de puro aprendizaje y adaptación al cambio.
A día de hoy, tras casi 5 meses en LEINN, sigo bastante perdido, pero, tengo claro que tomé una buena decisión. Durante este tiempo, he crecido profesionalmente, pero, por encima de todo, como persona. He conocido gente y lugares increíbles y, aunque ha habido muchos quebraderos de cabeza y malos momentos, he aprendido y disfrutado.
Antes de nuestra excursión por tierras alemanas, Navia era un grupo de chavales con ganas de emprender. A día de hoy, nos falta mucho (pero mucho) que aprender y mejorar, pero, ahora, somos un equipo (o, mejor dicho, una tribu). Quizá no el equipo más disciplinado, responsable y, desde luego, tampoco el más puntual, pero sí un equipo que lucha por lo que cree.
Los primeros días en LEINN nos advirtieron de algo: “En LEINN puedes pasar de puntillas y aprender algo, o puedes dejar huella y utilizarlo como un trampolín”. No sé si dejaremos huella, pero, está claro que no dejaremos indiferente a nadie. Porque, aunque no tengamos las ideas claras, sabemos que estamos en el mismo barco, intenten o no hundirnos. Y, eso vale mucho más que los roles, libros, aprendizajes o teorías.
Conclusión
Hasta aquí este breve post. Espero que os haya resultado interesante y que hayáis entendido (un poco) mejor el grado LEINN. Si necesitáis más información, podéis consultar las entradas de este blog. Y, si os ha gustado este artículo, podéis pasaros por mi blog, javierteja.com, donde comparto un poco de todo.
Antes de despedirme, quería recomendaros 3 libros que he descubierto en LEINN, como bonus:
- Johan Cruyff, la autobiografía.
- El libro de los cinco anillos.
- La caja (este lo tengo en la lista de pendientes).
¡Esto es todo, amig@s! Nos vemos pronto, con suerte, en el lab.
Un saludo,
- Javier